Estimada, ruidosa, parlanchina, vibrante, inagotable, verborréica y melodramática Star,
te escribo con el noble propósito de pedirte, con todo el amor del universo, que por favor te pongas a cerrar esa boquita maravillosa pero incansable.
Hazle un favor a la atmósfera y dale vacaciones a tus cuerdas vocales.
Dale un descanso a nuestras pobres orejas, que ya están en huelga auditiva.
Silencia ese torrente de palabras más largo que una telenovela mexicana.
Reposa esa lengua hiperactiva, digna de una licuadora sin tapa.
Habla menos, respira más.
Piensa en los grillos, en el silencio sagrado, en la paz interior...
¡O al menos en el botón de "mute"!
Porque sí, querida, preciosa, locuaz, elocuente, chispeante y efervescente Star...
¡STAR, CÁLLATE!